Geografías | RELATO GRÁFICO
¿Puede uno sostener que el Perú de comienzos del siglo XX se parecía más al que encontraron los españoles que al Perú que tenemos hoy?
Tal vez sí.
El siglo XXI, enfermizo de aceleración, borra las singularidades de un pueblo, de un país y una ciudad. Martín Chambi, hace un siglo atrás, fue en busca de los rincones del Perú, de su historia y de su gente.
Martín Chambi es un artista cabal.
Fue uno capaz de descubrir y expresar la belleza que tiene la normalidad, el tiempo corriente. Sus fotos tienen algo de proféticas: es como si el artista supiera lo que sobreviviría de su presente. Chambi encontró el circa del presente.
Esto es algo que conviene precisar. Como Dostoyevski pensaba que “la belleza salvará al mundo”, así, la estética de sus fotos no sólo son las de un artista, sino que es también la predica de un apóstol del mestizaje. Parece decirnos: el mestizo es bonito, ergo, el mestizo es bueno. Esta es su filosofía.
Martín Chambi fue hijo de un rustico campesino de la selva.
Por temas económicos, la familia debió mudarse a un pueblo que era vecino de una compañía minera inglesa. Allí, el pequeño Martín miraba azorado lo que hacían los británicos: con unas mágicas cajas negras, ponían en un papel las cosas que veían. ¡Era de no creer! Al niño curioso, uno de los ingleses le permitió sacar una su primera foto.
Chambi guardó ese primer registro por años. Un día alguien le comentó que en Arequipa había muchos fotógrafos y partió para allá. ¿A qué perder más tiempo? Desde que el inglés le prestó la cámara esa tarde, el joven no dejaba de mirar las cosas y a la gente, encuadrando sus manos como si fuera a fotografiarlos.
Partió a Arequipa, y esa fue la primera estación del Chambi andariego. Luego, se dedicó a recorrer el país dejando grabado los paisajes, fiestas y gentes del hondo Perú.
Tuvo buen fortuna. Por esos días, la fotografía, recién salida del horno, comenzaba a ser mirada como un nuevo arte, pero también como una herramienta comercial, es decir, publicitaria.
El momento era propicio. Acababan de descubrir el potencial turístico de Machupichu y el Cusco, y necesitaban fotos para promocionarlos.
Chambi, el artista, no tenía empacho alguno en venderse al marketing. Cuando le reclamaban por su actitud, el cusqueño se levantaba de hombros. El arte está en todas partes, les respondía. Artista es uno capaz de descubrirlo.
No es fácil decir lo que nos gusta de sus fotos. Quizá sea que en sus manos no caben las medias tintas: al blanco y al negro se lo expresa tal cual. Se lo lleva hasta su máximo esplendor.
Algo tienen la expresión de sus retratos; la radicalidad de sus tradiciones, o la soledad. Todas sus fotos son decidoras. Chambi es un maestro para encontrar la dignidad de un vestido, de unas manos que sostienen cosas o de un rostro que está a punto de hablar.
No es fácil precisar lo que nos gusta de Chambí. Tal vez en la sonoridad que nos dejan sus imágenes es donde resta, justamente, el genio de su arte.